lunes, 1 de noviembre de 2010

De pequeña solían decirme que parecía una muñequita, una muñequita de preciosos ojos verdes, rellenos mofletitos y ricitos de oro. Me decían que no tuviera prisa por crecer. Pero todo llega y un buen día la muñequita cambió su alma de trapo por un latiente corazón. Un corazón habitado por una única persona: alguien por quien siento algo tan grande que no cabria ni en 100 corazones de muñequitas; alguien tan único que cada noche rezo para que nunca cambie; alguien a quien amo y que debe saber que por él TODO Y MÁS.
Sé que vas a leer esto y te puedes ir dando por aludido.


Te quiero, no sabes cuánto.


todoloquesient0*

No hay comentarios:

Publicar un comentario